La seguridad, además del Estado, involucra al individuo, la comunidad y el medio ambiente. Todos, se constituyen en objetos referentes de nuestra misión como poder aeroespacial al servicio de los colombianos.
Recientemente, el fenómeno del niño ha causado una de las mayores emergencias que podamos recordar en nuestro pasado reciente. Los efectos que ha tenido demuestran la urgencia de tomar medidas frente a la actual crisis ambiental y al peligro que manifiesta para el planeta. Colombia es uno de los principales afectados por esta amenaza, dada su ubicación y potencial biodiverso.
Las conflagraciones que han tenido lugar en el país, por cuenta de este evento climático, han acabado con miles de hectáreas de parques y reservas naturales; poniendo en peligro el pulmón con el que respiran ciudades, pueblos y comunidades. Se trata de una emergencia que atenta contra la sostenibilidad de ecosistemas que son fábricas de agua y oxígeno para el ser humano.
Nuestra Fuerza Aeroespacial, a través del Centro Nacional de Recuperación de Personal, CENRP, tiene un rol fundamental en este aspecto: prevenir, mitigar y atender las emergencias que surgen por desastres naturales, tragedias causadas por accidentes aéreos y aquellas situaciones donde una vida puede ser salvada, gracias a la intervención del poder aéreo. Función que responde, precisamente, al sentido amplio que tiene la seguridad como bien público garante de libertades y derechos.
El rendimiento destacado del CENRP en esta reciente crisis es admirable. Labor que propició el despliegue de pilotos y tripulaciones en arduas jornadas de trabajo para sofocar la destrucción en montañas, llanuras, páramos y sierras de la compleja geografía nacional; un esfuerzo encomiable que llevó al desarrollo de audaces misiones con equipos bamby bucket, al igual que en plataformas de transporte encaminadas a facilitar el traslado de personal y equipos en apoyo a las valientes acciones de miembros de la Fuerza Pública y bomberos. Personal que, en tierra, arriesgaba su vida para extinguir el fuego.
Antioquia, Cesar, Meta, Santander, Caquetá, Magdalena y Cundinamarca, fueron testigos de este importante accionar en nombre del país. Un empeño ejemplar que revalida la calidad y vocación de quienes entregan su energía vital al bienestar de la nación, empuñando con grandeza la divisa celeste.
El trabajo que nuestro CENRP ha adelantado a lo largo de su servicio, desplegando operaciones de búsqueda y rescate, evacuaciones, traslados aeromédicos, transporte de ayuda humanitaria y esfuerzos de extinción de incendios, enaltece el espíritu azul que surca y protege desde las alturas nuestra querida Colombia. Páginas doradas que tienen su propio capítulo de gloria en la historia de nuestro poder aeroespacial y que escribimos también, con la asistencia que brindamos a naciones hermanas y pueblos afectados por la tragedia.
El último año, llevamos ayuda a naciones en Suramérica, Centroamérica y Oriente Medio; repatriamos compatriotas que se encontraban aislados, en difíciles condiciones y agobiados por el conflicto y, con orgullo, vimos renacer la esperanza de lo profundo de la selva.
Sin duda, el país atesora el arresto inquebrantable, la determinación y el sentido del deber conlos que pilotos, tripulaciones y profesionales de la salud -apoyados por el CENRP-, cumplen su misión. Obra que es sinónimo de miles de vidas salvadas y cuya realización avanza, igualmente, por cuenta del empeño incansable de un sinnúmero de voluntades que nos permiten volar, entrenar y combatir para vencer.
A nuestro Centro Nacional de Recuperación de Personal, así como a los oficiales, suboficiales, soldados y funcionarios civiles que le respaldan en su dedicada tarea: total reconocimiento. Hombres y mujeres que, con alas de metal o desde la anónima labor logística y administrativa a lo largo de nuestra Fuerza, son capaces de vencer a la muerte. Plena confianza y agradecimiento a ustedes, nuestros guardianes en los cielos.
Un sentimiento que, como colombiano, extiendo a nuestros valerosos bomberos, soldados y policías, al lado de quienes superamos la catástrofe de los incendios que consumían algunos de los ecosistemas más preciados de la Patria.
A todos ustedes, nuestros héroes, gratitud infinita.
¡Ad Astra!
General Luis Carlos Córdoba Avendaño Comandante Fuerza Aérea Colombiana
Editorial Edición 312.